Su padre murió en 1916 en
un combate naval en el Mar del Norte. Su primera infancia transcurrió en
Bayona, y a la edad de diez años se trasladó a París, si bien los veranos
regresaba a la casa de sus abuelos paternos. Su madre era protestante, lo que
le facilitó esa vida algo aparte que siempre defendió; vivió con ella hasta su
muerte. Barthes realizó sus estudios secundarios en el instituto
Louis-le-Grand, para luego hacer filología clásica en la Facultad de Letras de
la Universidad de París.
Tuvo un primer ataque
tuberculoso en 1934, y estuvo curándose hasta el año siguiente en los Pirineos.
Se licenció en Letras Clásicas (1939) y mucho más tarde en Gramática y
Filología (1943), pues tuvo que interrumpir sus actividades en 1941 dada su
enfermedad, y luego hasta 1947 estuvo en distintas clínicas. Participó muy
activamente en un Grupo de Teatro Antiguo que fundó cuando era estudiante. Barthes
fue lector de francés en Bucarest y en Alejandría en los años 1948–1950.
Después de la Segunda
Guerra Mundial, entre 1952 y 1959 trabajó en el Centro Nacional de
Investigación Científica (CNRS), en París. Finalmente, fue nombrado jefe de
Trabajos de Investigación y luego (1962), jefe de estudios de la Escuela
Práctica de Altos Estudios, organismo donde se dedicó a desarrollar una
sociología de los símbolos, los signos y las representaciones. A partir de esta
fecha su nombre empezó a crecer gracias a sus libros, artículos y docencia. Su
carrera culminó al ser nombrado en el Colegio de Francia en 1977: véase su Leçon
del 7 de enero.
Barthes murió en la
primavera de 1980 tras ser atropellado en la calle de las Écoles, frente a la
Sorbona. Su último libro La chambre claire, sobre la fotografía, salió por esos
días.
La nueva crítica
Barthes es parte de la
escuela estructuralista, influenciado por el lingüista Ferdinand de Saussure,
Émile Benveniste, Jakobson y Claude Lévi-Strauss. Crítico de los conceptos
positivistas en literatura que circulaban por los centros educativos franceses
en los años 50. Una parte de la obra inicial de Barthes, si bien heterogénea y
a menudo abstracta, puede ser accesible con una lectura metódica y concentrada;
los conceptos propuestos para el análisis semiológico, en un primer momento
provenientes de lingüistas como los ya citados y Hjelmslev y otros van
derivando a una especificidad mayor que permite avanzar por el entonces poco
transitado camino de la semiótica, que desarrolla en su libro Elementos de
Semiología.
Su producción literaria
experimentó diversas evoluciones: desde unos orígenes sartrianos y brechtianos
matizados, desarrolló después una investigación propiamente semiológica, con un
interés especial por la lingüística. Durante un tiempo se interesó por el campo
«textual»: la obra literaria considerada desde diversos puntos de vista, nunca
unilateralmente, y que implicaba, o bien una filosofía del sujeto de tipo
psicoanalítica o bien una filosofía de la sociedad de tipo marxista o político.
Roland Barthes considera
que la intención de un autor al escribir una obra, no es el único anclaje de
sentido válido a partir del cual se puede interpretar un texto. Él considera
que en la literatura se pueden encontrar otras fuentes de significado y
relevancia. Puesto que el significado no está dado por el autor, éste debe ser
creado activamente por el lector a través de un proceso de análisis textual.
En 1953 escribió su primer
ensayo, Le degré zéro de l'écriture (El grado cero de la escritura), le
siguieron un original Michelet, y sus Mythologies, que le dieron merecida fama
por su agudeza sociológica. En 1963 publicó un polémico Sur Racine (Sobre
Racine) y al año siguiente apareció una recopilación excelente de Essais
critiques (Ensayos críticos), que se tradujo a varios idiomas. Su breve trabajo
Critique et vérité (Crítica y verdad) sirvió para defender a la nueva crítica,
en 1966. Luego, publicó dos libros más técnicos, Système de la mode (Sistema de
la moda) y S/Z, una lectura de Balzac.
En S/Z, de 1970, realiza un
análisis extenso de una historia breve, el Sarrasine de Honoré de Balzac, donde
pretende identificar otras fuentes de significado y de relevancia. Con su
lectura tan abierta, establece cinco grandes códigos que determinan los tipos
de significado, y que pueden encontrarse en un texto a través de múltiples
lexias.
Estos grandes códigos lo
llevaron a definir que las historias tienen la capacidad de ofrecer una
pluralidad de significados, si bien ésta se halla limitada por otros elementos
formales, como es la secuencia lineal de la escritura: al ser una línea
temporal definitiva, que debe ser seguida por el lector, restringe su libertad
analítica e interpretativa.
De este proyecto concluye
que un texto ideal debiera ser reversible; es decir, abierto a una gran
variedad de interpretaciones diferentes. Un texto solo puede ser reversible al evadir
los artefactos restrictivos que Sarrasine tiene, por ejemplo las líneas
temporales restrictivas, así como definiciones exactas de eventos. Él lo
describe como la diferencia entre un texto «escribible», en la cual el lector
reinterpreta libremente y adquiere un papel activo en el proceso creativo; y un
texto «legible», en los cuales se restringen estas posibilidades y son textos
simplemente leídos. Este proyecto le ayudó a identificar lo que él buscaba en
la literatura, la apertura para múltiples interpretaciones. Su noción de textos
escribibles es similar al concepto del hipertexto, el cuál será desarrollado
posteriormente por otros autores.
Durante la década de 1970,
Barthes continuó renovando su crítica literaria, apelando a Jacques Derrida,
Philippe Sollers o Jacques Lacan y a otros filósofos y analistas. Buscó cada
vez la convergencia entre ensayo riguroso y su el deseo de ser escritor: a Sade,
Fourier, Loyola, 1971, texto más defensor de cierta neutralidad narrativa, le
siguen obras como L'Empire des signes (El imperio de los signos), 1971,
resultado de un viaje a Japón, Nouveaux essais critiques (Nuevos ensayos
críticos), 1972, y un año después su célebre y sucinto Le plaisir du texte (El
placer del texto). En 1975, dio un giro mayor con Roland Barthes par lui même
(Roland Barthes por él mismo), rara autobiografía en forma de aforismos, anécdotas,
pequeñas teorizaciones. Esta obra en cierta medida fue prolongada por su libro
sobre el discurso amoroso, que logró un éxito a su juicio perturbador (1977).
Tras su muerte, en los
ochenta se publicaron una serie de libros de ensayos sueltos, agrupados
temáticamente, que ponían de manifiesto la variedad y la alta calidad de su
ensayística: El grano de la voz, entrevistas; Lo obvio y lo obtuso, La aventura
semiológica y El susurro del lenguaje; además apareció Incidentes, con escritos
muy personales. Todos sus libros han sido traducidos al español y reimpresos
varias veces, en vida dio clases y conferencias desde Oxford hasta Harvard, en
América latina en Chile y en México.
En 1993 empezaron a
publicarse sus Œuvres complètes (Obras completas), con gran número de trabajos
dispersos y algún inédito; apareció en Seuil, editor de toda su obra. Esa
recopilación ha sido reeditada de modo más accesible con ocasión de la
importante exposición R/B en el Centro Pompidou en 2002. Pero había más legado
de su obra. Entre 2002 y 2003 aparecían además los primeros tomos de sus
seminarios: Comment vivre ensemble, Le neutre y La préparation du roman. Algo
más tarde se publicó otro más: Le discours amoureux. Séminaire.
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